Por Jaime García, Director de Proyectos del Índice de Progreso Social de CLACDS/INCAE
Uno de los sectores más afectados por la pandemia fue sin duda el sector turístico; a nivel mundial de acuerdo a datos de la Organización Mundial de Turismo, la visitación de turistas internacionales tuvo una caída del 90% en el peor momento de la pandemia, algo sin precedentes. Prácticamente el turismo internacional se paralizó en el planeta, afectando la actividad económica de los países, las finanzas de las empresas, y el bienestar de las familias que viven del turismo.
En la región, aunque menor, la caída también fue histórica, cerrando el 2020 con una reducción en el número de visitantes internacionales del 72 % en promedio. Y si bien es cierto que la recuperación ya ha iniciado, todavía no se regresa a los niveles previos a la pandemia. La Asociación de Transporte Aéreo (IATA) estima todavía un déficit aproximado de -21 % de turistas internacionales respecto a los niveles que se tuvieron en el 2019. Sólo en Costa Rica, país líder en la región, ya con datos finales del 2022, todavía faltan casi un millón de visitantes para regresar a los niveles pre-pandemia de más de 3 millones de turistas al año.
Seguirle el pulso a la recuperación del sector es importante, no sólo por su impacto en términos de entrada de divisas a los países; sino porque tiene el potencial de generar beneficios en los tres pilares básicos del desarrollo sostenible: económicos, sociales y ambientales. Y además, por el tipo de turismo de la región, estos beneficios llegan principalmente a zonas y comunidades alejadas de los grandes centros urbanos, constituyéndose en una fuerza generadora de oportunidades para poblaciones rurales. Los principales impactos podrían enlistarse de forma general como:
Crecimiento económico y empleo: En Costa Rica, el turismo aporta aproximadamente el 8.2 % del Producto Interno Bruto (PIB) del país y es una fuente importante de ingresos de divisas (World Travel & Tourism Council, 2020). Además de generar el 15.5 % del empleo total del país, al incluir empleo directo y conexo. (Banco Central de Costa Rica, 2019).
Desarrollo de negocios locales: en Guatemala, la industria del turismo ha estimulado el crecimiento de negocios locales alrededor de sitios turísticos populares, como Antigua, Tikal y el lago Atitlán. Estos negocios, incluidos restaurantes, tiendas de artesanías y agencias de viajes, atienden a los turistas y ayudan a respaldar la economía local.
Desarrollo de infraestructura: en Panamá, la expansión de la industria del turismo ha llevado a importantes inversiones en infraestructura, incluida la expansión del Aeropuerto Internacional de Tocumen; y mayores adecuaciones en el Canal de Panamá. Estas mejoras han facilitado un mayor acceso al país y han impulsado el turismo al tiempo que benefician a la población local.
Preservación del patrimonio cultural: en Honduras, la ciudad maya de Copán ha sido reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y en tiempos normales atrae a miles de visitantes cada año. Este capital cultural ha promovido la actividad económica al tiempo que se protege el legado histórico del país.
Conservación ambiental: en Nicaragua, el turismo ayuda a financiar los esfuerzos de conservación en áreas protegidas como la Reserva Biológica Indio Maíz y la Reserva Natural Volcán Mombacho. Así se pueden proteger especies en peligro de extinción y preservar la biodiversidad de la región.
Desarrollo rural comunitario: En El Salvador, se han establecido proyectos de turismo comunitario, como los de la Ruta de Las Flores, para empoderar a las comunidades locales y mejorar sus condiciones de vida. Estos proyectos involucran a los residentes locales en el desarrollo y gestión de iniciativas turísticas para que obtengan beneficios directos.
Estos son sólo algunos ejemplos y datos concretos sobre los aportes del turismo en el desarrollo sostenible de Centroamérica; para dejar en claro que turismo no es sólo divisas y cuartos de hotel. La prosperidad económica y el progreso social de la región pasan por un sector turístico activo y competitivo. En ese sentido, reactivar al sector para que recupere los niveles previos a la pandemia, fortaleciendo su resiliencia, incorporando innovaciones, y mejorando su competitividad global, es clave para una región que necesita actividad económica y bienestar. ¿Podrán los tomadores de decisión relevantes en cada país, acelerar la reactivación turística?