Por Leonel Ibarra - revistaeyn.com
Las actividades de cuidado se refieren a aquellas que tienen relación con la provisión y el mantenimiento del bienestar físico, emocional y social de las personas, las especies no humanas y la vida en todas sus expresiones, incluyendo tareas domésticas, atención a niños y niñas, adultos mayores, personas enfermas o con discapacidad.
El trabajo de cuidado recae desproporcionadamente en las mujeres -restringiendo la autonomía económica, social y política de ellas- y tradicionalmente no ha sido remunerado en absoluto.
Según la Organización Internacional del Trabajo, cada día se dedican más de 16.000 millones de horas al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado en el mundo. En América Latina y el Caribe, las mujeres dedican más del doble de horas que los hombres a las responsabilidades domésticas y de cuidados no remunerados (38 versus 16 horas semanales), una brecha que se expande en los hogares con niños pequeños.
La economía del cuidado plantea que el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado sostiene las economías de los países. De acuerdo a la CEPAL, el trabajo no remunerado en la región representa entre el 15,9 % y el 27,6 % del Producto Interno Bruto, y el 74 % es realizado por mujeres.
En las zonas rurales se acentúa aún más la sobrecarga de cuidados y trabajos domésticos no remunerados, en comparación con los entornos urbanos. Esto sucede porque en los espacios rurales las actividades del hogar, consumo y producción se realizan en un mismo espacio, señala el Banco Mundial.
El trabajo de cuidado rural comprende todas aquellas actividades, remuneradas o no remuneradas, que se realizan para sostener la vida cotidiana y conservar los territorios de quienes habitan las zonas rurales. Incorpora actividades de cuidado directo e indirecto en las cadenas agrícola, pecuaria, pesquera y forestales, en contextos de poco acceso y control de activos productivos.
Contribuye a la economía rural, a la producción local y a la seguridad alimentaria. Por ejemplo, la producción y preparación de alimentos contribuyen a garantizar el acceso a alimentos frescos y nutritivos para las familias rurales, mientras que el cuidado de las huertas familiares contribuye a la disponibilidad de los alimentos dentro del hogar.
Adicionalmente, las labores de cuidado sostienen la mano de obra agrícola remunerada permitiendo que estos trabajadores se centren en las actividades productivas comerciales que, a su vez, generan los ingresos económicos para sostener las comunidades rurales.