Por revistaeyn.com
Ser amable y colaborador en el trabajo es positivo, pero intentar agradar a todo el mundo puede convertirse en un obstáculo profesional. Así lo advierte la especialista en comunicación Kate Mason, autora de “Powerfully Likeable: A Woman’s Guide to Effective Communication”, quien asegura que la necesidad constante de decir “sí” puede derivar en agotamiento, frustración y bajo rendimiento.
“Culturalmente hemos vinculado la simpatía con la sumisión”, explica Mason. “Creemos que para ser queridos o valorados debemos aceptar cualquier petición que llegue a nuestro escritorio”. Sin embargo, advierte, ese hábito de “doblarnos hacia atrás” para complacer a los demás puede tener consecuencias personales y laborales negativas.
Los llamados people-pleasers —personas que buscan complacer a todos— suelen descuidar sus propias prioridades y límites. La psicóloga clínica Debbie Sorensen señala que este patrón de comportamiento incrementa el riesgo de desarrollar estrés crónico y resentimiento. “Cuando uno se esfuerza tanto por ser útil, termina sin energía ni motivación”, apuntó Sorensen en declaraciones a CNBC Make It.
Para evitar caer en ese ciclo, Mason recomienda hacer una pausa antes de aceptar nuevos compromisos. Ella misma aplica una sencilla prueba: “¿De qué estará agradecida la Kate del futuro por haber dicho que sí hoy?”. Este breve ejercicio de reflexión ayuda a distinguir entre actuar por deseo genuino o por miedo a decepcionar.
Aunque establecer límites es esencial, Mason reconoce que no siempre es fácil, especialmente en entornos jerárquicos. “Decir ‘no’ de forma tajante rara vez funciona en una oficina”, aclara. En su lugar, propone iniciar una conversación abierta con el jefe sobre las prioridades:
“Tengo cuatro tareas pendientes esta semana. ¿Dónde te gustaría que coloque esta nueva solicitud? Estoy dispuesta a asumirla, pero necesito saber si es prioridad uno o cinco.”
Este tipo de respuesta no solo demuestra responsabilidad, sino que también ayuda a los supervisores a mantener una visión clara de la carga laboral del equipo. “No se percibe como una actitud desafiante, sino como una comunicación práctica y apreciada”, subraya la experta.
Con los compañeros de trabajo, Mason sugiere una respuesta cortés pero firme: “Lamentablemente, no tengo el tiempo necesario para dedicarle la atención que merece”. En el caso de los trabajadores independientes, una frase útil podría ser: “Estoy a plena capacidad en este momento y no podré asumirlo”.
En definitiva, Mason recuerda que aprender a decir no no significa cerrar puertas, sino cuidar el equilibrio personal. “Decir sí no es la única opción”, concluye. “Puedo decidir y seguir siendo profesionalmente respetado”.
Con información de CNBC