Por revistaeyn.com
En el ecosistema emprendedor, suele culparse al financiamiento insuficiente, a malas decisiones estratégicas o a la falta de tracción comercial cuando una startup no sobrevive sus primeros años. Sin embargo, para Reece Chowdhry, fundador de Concept Ventures —considerado el mayor fondo de pre-semilla de Europa—, la raíz del fracaso suele encontrarse mucho más cerca: en la relación entre quienes crean la empresa.
Chowdhry, cuya firma invierte cuando apenas existe una idea inicial, sostiene que las disputas internas y la falta de sintonía entre cofundadores explican un enorme porcentaje de los tropiezos tempranos.
De hecho, asegura que “entre el 18 y 24 mes ocurre la ruptura” cuando los equipos no comparten propósito, ritmo ni aspiraciones. Concept Ventures, creado en 2018 y recientemente reforzado con un nuevo fondo de US$88 millones, basa gran parte de sus apuestas en evaluar ese vínculo humano.
El inversionista explicó a CNBC Make It que su proceso se centra más en las personas que en el producto. “El 80 % de nuestra decisión se fundamenta en los fundadores”, afirmó. Para él, detectar compatibilidades, valores comunes y formas de trabajo compatibles pesa más que cualquier pitch.
Durante los primeros encuentros con emprendedores, su atención se concentra en un punto: la química entre cofundadores. Para ello, recurre a preguntas que revelan cuánto se conocen y qué tan sincronizados están. Busca señales de que hayan atravesado momentos relevantes juntos, que puedan describirse con precisión mutuamente y que sus historias coincidan incluso si son entrevistados por separado.
Además de la cohesión del equipo, Chowdhry examina otros rasgos que para él son determinantes: una obsesión casi visceral por el problema que desean resolver, una actitud incansable, mentalidad de aprendizaje continuo y algún indicio de excelencia fuera del ámbito laboral, sea en deportes, música o disciplinas intelectuales.
Ese método le permitió detectar el potencial de Eleven Labs, el unicornio europeo de inteligencia de voz valorado en US$3.000 millones. Los fundadores, Mati Staniszewski y Piotr Dąbkowski, mostraron una mezcla de experiencia obsesiva en su área y una relación personal estrecha —eran amigos de la infancia—, combinación que terminó por convencer al fondo.
Las ideas de Chowdhry coinciden con las de Paul Graham, cofundador de Y Combinator, quien ha advertido que llevar una startup en solitario es un desafío enorme. En uno de sus ensayos, Graham escribió que un proyecto con un solo fundador puede interpretarse como “una señal de alerta”, y que incluso los equipos numerosos pueden fracasar si sus integrantes no se sostienen mutuamente.
Para Chowdhry, evaluar un emprendimiento implica analizar el conjunto completo, no solo la figura del CEO. En Europa —dice— abundan los fundadores con perfiles técnicos, pero lo que realmente marca la diferencia es un equipo equilibrado, donde las habilidades se complementen y alguien sea capaz de atraer talento de alto nivel. “La clave está en encontrar la mezcla adecuada”, concluyó.