Empresas & Management

Opinión: El poder de las empresas para transformar América Latina

En la región la dispersión de empresas grandes y medianas es significativa, con más del 99 % siendo micro, pequeñas y medianas. Estas empresas son el motor de la economía generando alrededor del 60 % del empleo formal.

2025-11-14

Por Marina Cigarini* para Estrategia & Negocios

La productividad es un elemento crucial para el desarrollo económico y sigue siendo un desafío pendiente en la región. Las empresas poseen un poder clave para liderar el cambio.

El crecimiento de la productividad en América Latina continúa siendo uno de los grandes desafíos del desarrollo económico, ya que ha estado estancado durante 25 años, con un crecimiento anual promedio de apenas 0,8 %.

Esto posiciona a la región como la de menor crecimiento en este ámbito a nivel mundial..En este escenario, el informe más reciente del McKinsey Global Institute (MGI), The power of one: How standout firms grow national productivity, subraya que las empresas tienen el poder de acelerar la productividad nacional.

Lo logran mediante acciones estratégicas y ambiciosas que mejoran sus propios resultados, convirtiéndose en mejores prácticas dentro de sus industrias y generando un impulso económico más amplio.

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El poder de las acciones ambiciosas ya es reconocido por algunas grandes empresas; sin embargo, muchas otras —grandes, medianas y pequeñas— podrían no ser conscientes de su potencial. Desbloquear este potencial en más empresas podría impulsar tanto la productividad como el crecimiento.

En otras palabras, América Latina necesita que las empresas lideren con acciones estratégicas para incrementar su productividad.

En la región, la dispersión de empresas grandes y medianas es significativa, con más del 99 % siendo micro, pequeñas y medianas. Estas empresas son el motor de la economía, generando alrededor del 60 % del empleo formal.

El crecimiento de la productividad es esencial para mejorar el nivel de vida de la población y mantener la competitividad de la región a nivel global. Además, permite producir más con los mismos recursos, lo que se traduce en mayores ingresos, mejores salarios y una mayor capacidad de inversión en innovación y desarrollo.

También genera beneficios directos para los consumidores, al aumentar el excedente mediante mejores productos, precios más bajos y una mayor variedad en los mercados.

Hablar de productividad en la región es más urgente que nunca, especialmente porque el bono demográfico, que durante años impulsó el crecimiento económico, ahora tiene fecha de caducidad. La tasa de fecundidad en América Latina, de 1,8 hijos por mujer, está por debajo de la tasa de reemplazo, lo que implica que pronto alcanzaremos el máximo porcentaje de personas en edad de trabajar.

Entendiendo esto, es crucial destacar que, según nuestro informe, la productividad no es un fenómeno constante y gradual, sino que se activa en ráfagas, provocadas por acciones audaces que introducen nuevas formas de crear y escalar valor.

Este fenómeno ha permitido que un pequeño grupo de empresas líderes redefina tanto la productividad como su crecimiento.

Para dimensionar su impacto, basta señalar que solo una docena de las empresas más destacadas podría haber duplicado el crecimiento de la productividad en todo su país. En Estados Unidos, por ejemplo, el 5% de las empresas evaluadas concentraron el 23% del empleo y generaron el 78% del crecimiento positivo en productividad.

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Ante esta nueva forma de entender el crecimiento de la productividad, es necesario adoptar una estrategia centrada en analizar los logros de quienes realmente marcan la diferencia. Las empresas pueden seguir el ejemplo de estos líderes, adaptar estas lecciones a sus propios contextos y, eventualmente, generar sus propias ideas capaces de propiciar nuevas reacciones en cadena.

Esto implica identificar y escalar modelos de negocio exitosos, invertir en tecnologías que mejoren la eficiencia y crear un entorno que fomente la innovación y la creatividad. Parte de esta estrategia también debe incluir la creación de condiciones para atraer empresas líderes del extranjero, cuyo talento, capital y experiencia pueden fortalecer los ecosistemas regionales y nacionales.

Esta ambición empresarial, cuando se traduce en decisiones concretas y se acompaña de los aliados adecuados, puede tener un impacto sistémico: mayor productividad, generación de empleo, atracción de inversión y formalización del mercado laboral. En conclusión, una economía latinoamericana más fuerte, con una proyección de crecimiento escalable y sostenible.

*La autora es socia Senior de McKinsey & Company en México.

Redacción web
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