Por Daniel Zueras - Estrategia & Negocios (Costa Rica)
Convertir un bus escolar en un laboratorio de robótica suena a historia de Silicon Valley, pero ocurrió en Costa Rica. Lorna Peraza, educadora de formación y emprendedora por vocación, fundó Genius Lab, un proyecto pionero que llevó la enseñanza de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) a colegios mediante buses acondicionados como aulas móviles.
“Fue tanta la demanda que llegamos a tener tres buses recorriendo San José y un equipo de 27 personas”, recuerda. El impacto de Genius Lab trasciende lo tecnológico: abrió camino en un terreno donde la brecha de género sigue siendo profunda. Aunque la presencia femenina en carreras STEM crece, aún hoy en Costa Rica es común encontrar aulas universitarias con apenas una mujer por cada diez estudiantes varones.
“La brecha de género es parte de la sociedad: nos dicen que las mujeres no podemos con matemáticas o ingeniería, y terminamos creyéndolo”, afirma Peraza. Su experiencia demuestra que la clave está en ofrecer referentes y metodologías inclusivas: desde mariposas robóticas rosadas hasta competencias de sumo bots, estrategias que lograron enganchar a niñas que antes se sentían excluidas del mundo tecnológico.
La visión internacional de Peraza se fortaleció en 2019, cuando la embajada de Estados Unidos la seleccionó para un programa de liderazgo STEM junto a 50 mujeres de todo el mundo.
Esa experiencia le confirmó el valor que aportan las mujeres en innovación: atención al detalle, creatividad y determinación frente a la adversidad.
Tras más de una década de impacto en la educación, Peraza redirigió su energía emprendedora hacia un nuevo campo: la gamificación. Hoy lidera una empresa dedicada al diseño de juegos aplicados en entornos educativos y corporativos, con propuestas que van desde team buildings hasta programas de ventas y liderazgo.
Su fórmula combina pedagogía, tecnología y diversión, con el mismo objetivo que inspiró aquel primer bus escolar: demostrar que aprender (y emprender) puede ser tan estimulante como un buen juego.