Por revistaeyn.com
La sensación de que el salario ya no alcanza es real y compartida por muchas familias. En los últimos meses, el incremento de los precios en alimentos, combustibles y servicios básicos ha hecho que decisiones que antes parecían exclusivas de economistas pasen a formar parte del día a día de los hogares.
En junio de 2025 la tasa de inflación en Estados Unidos llegó al 2,7 % interanual, su nivel más alto desde febrero, una señal de que la presión sobre los bolsillos continúa.
Frente a ese escenario, Yoel Sardiñas, experto en inversiones y finanzas, recomienda adoptar medidas prácticas que pueden marcar la diferencia.
Primero: sacarle partido a la tecnología para comprar más barato. Las aplicaciones de ofertas, plataformas de cashback y cupones digitales transforman la manera de gastar: no se trata solo de recortar, sino de optimizar cada compra. Convertirse en un buscador activo de promociones —comparando precios, usando reembolsos y aprovechando descuentos acumulables— reduce el costo de la canasta sin renunciar a la calidad, dice Sardiñas.
Segundo: crear un colchón para emergencias. Contar con un fondo que cubra entre tres y seis meses de gastos básicos evita recurrir al crédito en momentos críticos. Para formarlo, vale más un enfoque gradual que ajustes drásticos: identificar y eliminar gastos pequeños e innecesarios —los llamados “gastos hormiga”— y destinar ese ahorro a una cuenta separada. Involucrar a la familia en el objetivo convierte la disciplina financiera en un esfuerzo colectivo.
Tercero: invertir en educación financiera en el hogar. Enseñar a los hijos y promover buenos hábitos dentro de la familia rinde frutos a largo plazo; comprender qué es la inflación, cómo elaborar un presupuesto y cuáles son las prioridades financieras permite decisiones más inteligentes y compartidas. Pequeñas sesiones periódicas, lecturas conjuntas o recursos gratuitos pueden hacer una gran diferencia.
Cuarto: Sardiñas recomienda diversificar dónde se guarda y se pone a trabajar el dinero. La inflación erosiona el valor del efectivo, por lo que diversificar ahorros entre distintos instrumentos—desde cuentas con rendimientos reales hasta fondos o activos que históricamente resisten mejor la inflación—es una estrategia sensata. Para quienes no tienen experiencia en mercados, buscar asesoría básica o productos de bajo costo e indexados reduce el riesgo de errores.
Quinto: aprovechar la economía colaborativa. Intercambiar servicios y bienes dentro de la comunidad es una forma práctica de ahorrar y reforzar redes locales. Grupos de trueque, bolsas de tiempo o cooperativas de consumo permiten cubrir necesidades sin desembolsos adicionales y fortalecen los lazos vecinales.
El experto recalca que aunque la inflación reduce poder adquisitivo, las familias pueden tomar medidas concretas: comprar con inteligencia, ahorrar para imprevistos, aprender finanzas, diversificar inversiones y colaborar con la comunidad. Pequeños cambios sostenidos en el tiempo ayudan a transformar la vulnerabilidad en resiliencia económica.