Por Elaine Miranda - Columnista E&N (*)
El 70 % de los colaboradores en la región admite que el estrés financiero afecta su concentración en el trabajo. Y sin concentración, no hay productividad digital que valga. Esta es la realidad silenciosa que muchas empresas todavía subestiman: puedes invertir en tecnología de punta, capacitaren habilidades digitales y rediseñar procesos... pero si tu gente llega todos los días preocupada por cómo pagar deudas o estirar el salario hasta fin de mes, difícilmente podrás rendir al máximo.
MÁS ALLÁ DE LOS BENEFICIOS SUPERFICIALES
Durante años, el enfoque de muchas empresas en talento humano ha sido compensar con beneficios inmediatos: aumentos de salario, bonos, seguros o actividades recreativas.
Y aunque estas medidas son valiosas, tienen un límite. Un aumento salarial, por ejemplo, suele sentirse como un alivio durante el primer mes, pero después el cerebro se acostumbra y la satisfacción inicial desaparece. La insatisfacción regresa, y con ella la frustración y la sensación de que “nunca alcanza”.
Un caso reciente en Nicaragua lo ilustra claramente. Una empresa con más de 200 mujeres contratadas —todas ganando el salario mínimo— decidió aumentarles un 20 % como forma de apoyarlas. El gesto era genuino y bien recibido.
Sin embargo, la gerencia también comprendió algo clave: sin hábitos financieros saludables, ese aumento pronto se vería diluido en los mismos patrones de consumo, deudas y desorden.
Por eso, analizaron otra alternativa: destinar apenas un 5 % adicional a un programa de educación financiera. La lógica era sencilla pero poderosa: enseñar a las colaboradoras a presupuestar, ahorrar y manejar deudas aseguraba que ese 20 % extra realmente se convirtiera en bienestar. No solo en el presente , sino también en el futuro, cuando eventualmente ganaran más. Porque la verdad es que, si los hábitos financieros son malos, no importa cuánto se gane, el dinero nunca alcanza.
BIENESTAR COMO ESTRATEGIADE PRODUCTIVIDAD
El bienestar financiero es, en esencia, un tema de hábitos. Y los hábitos no cambian con un bono o un aumento, cambian con educación, práctica y acompañamiento.
Una empresa que invierte en esto no solo mejora la vida de sus colaboradores, también protege su propia inversión en talento humano: hay menos rotación, menos ausentismo, más enfoque y mayor compromiso.
Esto conecta directamente con la transformación digital que viven las organizaciones en la región. Los CEOs digitales saben que la tecnología es solo una parte de la ecuación.
El verdadero motor de la innovación es la gente: equipos motivados, enfocados y listos para aprender nuevas herramientas. Pero para que eso ocurra, primero necesitan estabilidad en su vida personal.
Un colaborador que sabe manejar su dinero llega menos estresado al trabajo, se concentra mejor, se siente respaldado por su empresa y responde con mayor lealtad y productividad.
En cambio, uno que vive atrapado en deudas o en la angustia de “no llegar a fin de mes”, difícilmente tendrá la energía mental para innovar o crecer.
El futuro del talento humano no está solo en lo digital, está en lo integral. Y la frontera que muchas empresas aún no cruzan es la del bienestar financiero. Acompañar a las personas en la construcción de hábitos financieros sanos no es un lujo, es una estrategia inteligente para multiplicar el impacto de cada peso invertido en salarios, en capacitación y en transformación tecnológica.
Porque al final, un colaborador empoderado con su dinero es también un colaborador empoderado con su trabajo. Y esa es la verdadera ventaja competitiva en un mundo cada vez más digital.
(*) La autora es speaker internacional, autora del Libro “Mujeres y Finanzas” y fundadora de la plataforma de Educación Financiera Plata con Plática, la plataforma más leída de Nicaragua.