Por revistaeyn.com
La dinámica demográfica de Costa Rica continúa transformándose a un ritmo acelerado y, según los resultados definitivos de los Indicadores Demográficos y Mortalidad Infantil 2024 publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el país cerró el año pasado con su nivel más bajo de fecundidad registrado: 1,12 hijos e hijas por mujer.
Este dato confirma una tendencia descendente sostenida durante más de una década. En 2014, el promedio era de 1,78 hijos por mujer, ya por debajo del umbral necesario para el reemplazo generacional (2,1).
En apenas once años, Costa Rica perdió alrededor de un hijo o hija por mujer en su promedio reproductivo, situándose desde 2020 en la categoría de ultrabaja fecundidad, término utilizado para describir niveles inferiores a 1,5.
El INEC no detalla en este informe las causas del fenómeno, pero estudios previos han vinculado el descenso de la fecundidad con factores como la postergación de la maternidad, cambios socioculturales, mayor participación femenina en el mercado laboral y condiciones económicas que llevan a muchas familias a optar por tener menos hijos.
Aunque el eje del informe está en la fecundidad, los datos complementarios permiten observar un panorama demográfico más complejo. Por ejemplo, la mortalidad general aumentó 35,6 % entre 2014 y 2024, impulsada primero por el envejecimiento poblacional y luego por el impacto de la pandemia de COVID-19. La brecha entre hombres y mujeres se mantuvo durante todo el periodo, con aproximadamente dos fallecimientos más por mil habitantes entre la población masculina en 2020 y 2024.
La mortalidad materna también mostró un incremento considerable: pasó de 1,50 a 3,27 muertes por cada diez mil nacimientos entre 2022 y 2024, un salto del 118,6 % que refleja alrededor de dos muertes maternas adicionales en ese lapso.
En cuanto a la mortalidad infantil, Costa Rica registró 10,21 defunciones de menores de un año por mil nacimientos en 2024, un aumento del 12,7 % respecto a 2023. La mortalidad neonatal —es decir, la que ocurre en los primeros 28 días de vida— siguió predominando, con 7,33 muertes por mil nacimientos, también al alza frente al año anterior.
Aunque estos indicadores no explican directamente la baja fecundidad, sí retratan un entorno demográfico en transición, donde el país enfrenta simultáneamente un descenso acelerado en los nacimientos y un incremento en las defunciones.