Por revistaeyn.com
El progreso acumulado durante décadas en la lucha contra el VIH corre el riesgo de sufrir un retroceso histórico. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) y UNICEF advirtieron que, si no se actúa con mayor rapidez y compromiso, la epidemia podría recuperar terreno, especialmente entre niños, adolescentes y comunidades vulnerables en América Latina y el Caribe.
Las estimaciones conjuntas de ONUSIDA y UNICEF indican que de mantenerse el ritmo actual, para 2040 podrían registrarse 1,9 millones de nuevas infecciones infantiles y cerca de un millón de muertes adicionales. Si los programas sufrieran una disminución de cobertura del 50 %, las cifras escalarían dramáticamente, con 1,1 millones de niños más viviendo con VIH y 820.000 fallecimientos asociados.
“La comunidad internacional había logrado avances sólidos, pero las brechas persistentes y la reducción en inversiones amenazan con deshacerlos”, subrayó Anurita Bains, directora asociada de VIH y Sida de UNICEF.
Las desigualdades en el acceso siguen marcando la respuesta global. Apenas 55 % de los niños seropositivos reciben terapia antirretroviral, frente al 78 % de los adultos. Esto significa que unos 620.000 menores permanecen sin tratamiento, pese a que el VIH es hoy una condición controlable con intervenciones adecuadas.
Aunque África subsahariana continúa siendo el epicentro de la epidemia, América Latina enfrenta desafíos urgentes: diagnóstico tardío, dificultades para ampliar la prevención entre jóvenes y señales de que las nuevas infecciones aumentan en varias zonas.
La OPS destacó que uno de cada tres diagnósticos en la región se realiza cuando el sistema inmunológico ya está seriamente afectado. En 2024, 2,8 millones de personas vivían con VIH en América Latina y el Caribe. Las dinámicas, sin embargo, son contrastantes: mientras el Caribe logró reducir en 21 % las nuevas infecciones desde 2010, América Latina registró un incremento del 13 %.
El retraso en la identificación del virus eleva el riesgo de infecciones oportunistas como tuberculosis o criptococosis y, aunque la mortalidad ha caído —de 42.000 a 27.000 decesos en América Latina y de 12.000 a 4.800 en el Caribe—, la región aún contabiliza unas 38.000 muertes anuales relacionadas con el sida.
“Cada número representa una vida y un proyecto interrumpido”, recordó el director de la OPS, Jarbas Barbosa, quien instó a ampliar las pruebas de tamizaje, iniciar tratamiento antirretroviral de inmediato tras un diagnóstico positivo y promover el uso de PrEP y PEP.
La situación es aún más delicada para niños y adolescentes. Solo en 2024, 120.000 menores de 14 años adquirieron VIH y 75.000 murieron por causas vinculadas a la enfermedad, lo que equivale a 200 muertes diarias. Entre adolescentes de 15 a 19 años, 150.000 contrajeron el virus, con un 66% de los casos entre niñas, un patrón que, aunque más marcado en África, también inquieta en América Latina.
Aun así, hay señales de esperanza. Entre 2000 y 2024, los servicios de respuesta al VIH evitaron 4,4 millones de infecciones y 2,1 millones de muertes infantiles. Y al cierre de 2024, 21 países y territorios ya habían sido certificados por eliminar la transmisión de VIH o sífilis de madre a hijo, un avance que demuestra que, con inversión y voluntad política, es posible revertir la tendencia.