Por revistaeyn.com
El fenómeno conocido como “la gran renuncia” ha virado: ahora predominan las decisiones de quedarse, y los especialistas llaman a ese comportamiento "job hugging" —aferrarse al empleo.
Consultores de Korn Ferry definen el término como la tendencia a mantener un puesto “con uñas y dientes”. La tasa de renuncias voluntarias —el porcentaje de trabajadores que abandonan su empleo por propia voluntad— se ha mantenido alrededor del 2 % desde comienzos del año, según una encuesta del Departamento de Trabajo de Estados Unidos. Fuera de los primeros días de la pandemia, no se observaba un nivel tan consistentemente bajo desde principios de 2016.
Ese indicador refleja cómo perciben los empleados el mercado laboral, explica Laura Ullrich, directora de investigación económica del Indeed Hiring Lab para Norteamérica. En el escenario actual, muchos dudan sobre su capacidad para encontrar otra plaza o desconfían de la abundancia de ofertas.
La cautela distingue el panorama actual del periodo de intensa movilidad laboral de 2021–2022, y está respaldada por sondeos: la proporción de quienes dicen no confiar en que existan “muchos trabajos” subió de cerca del 26% al 38% en tres años, según ZipRecruiter.
“Hay estancamiento: contrataciones, renuncias y despidos están en niveles bajos”, señala Ullrich. Matt Bohn, consultor de búsquedas ejecutivas en Korn Ferry, añade que la incertidumbre económica, política y global empuja a la gente a quedarse, igual que inversores nerviosos que prefieren esperar una mejor oportunidad.
El enfriamiento también responde a tasas de interés más altas, que encarecen el crédito y frenan la expansión empresarial. El ritmo de contrataciones ha caído al nivel más lento en más de una década, y la ratio de vacantes por desempleado se redujo a cerca de 1:1 en junio de 2025 tras un máximo aproximado de 2:1 en marzo de 2022.
Además, una encuesta del Conference Board señala que más directivos planean reducir plantillas que aumentarlas (34 % frente a 27 %) —la primera vez que sucede desde 2020.
Permanecer mucho tiempo en el mismo puesto no es necesariamente negativo, pero conlleva riesgos. Los trabajadores que no cambian suelen perder aceleración salarial, ya que quienes se mueven entre empleos tienden a aumentar ingresos más rápido, advierte Ullrich.
También existe el peligro de estancamiento profesional si no se asumen nuevas responsabilidades o se adquieren habilidades, lo que puede afectar la empleabilidad cuando el mercado recupere dinamismo, señala Bohn. Los empleadores, a su vez, podrían llegar a considerar que algunos empleados ya no cumplen con los estándares de rendimiento.