Por revistaeyn.com
En los últimos años, los infostealers, malware especializado en el robo de información sensible como credenciales y datos financieros, se han consolidado como una de las amenazas más persistentes y lucrativas. Este malware tuvo un aumento significativo en su actividad, especialmente en países como Brasil, México y Argentina.
Los infostealers son tipos de malware diseñados para robar información sensible de manera sigilosa, sin dejar rastro. Una vez que se infiltran en un sistema o red corporativa, capturan cualquier pieza de información que pueda ser útil para para comprometer cuentas, escalar privilegios, facilitar otro ciberataque o comerciarla en mercados clandestinos.
El mismo infostealer empaqueta la información robada y la envía a los servidores de los ciberatacantes, o a cuentas de mensajería instantánea con gran poder de anonimato como Discord o Telegram.
“La actividad de infostealers en América Latina no solo creció en volumen, sino también en diversidad. Algunas familias tienen años de presencia sostenida, otras surgieron recientemente y ganaron protagonismo por su velocidad de evolución o por su integración con otros componentes maliciosos”, menciona Martina López, investigadora de Seguridad Informática de ESET Latinoamérica.
Estas son algunas de las familias más detectadas en Latinoamérica durante la primera mitad de 2025 y destacan: LummaStealer, Amadey, Rozena, Guildma, Formbook y Xloader.
LummaStealer: Es una amenaza surgida alrededor del 2022 que evolucionó rápidamente bajo el modelo Malware-As-A-Service. Además de ser el infostealer más detectado -con más de 4.000 detecciones únicas solamente en 2025 en la región-, es de los stealers más vendidos en los mercados clandestinos.
Al ser vendido como un “producto” que distintos atacantes pueden comprar, los posibles métodos de acceso inicial son altamente diversos. Su distribución suele ser a través de falsos instaladores de aplicaciones descargadas de sitios fraudulentos, malvertising, redes sociales y correos electrónicos infectados.
AMENAZAS ACTIVAS
Amadey: Activa desde al menos 2018 que sigue siendo relevante en 2025 por su capacidad de cumplir un doble rol, funciona tanto como infostealer básico como también loader de otras amenazas más destructivas. Con casi 2.500 detecciones únicas en la región es muy importante en el ecosistema del malware.
Funciona como eslabón clave en cadenas de infección multi-etapa ya que su punto fuerte está en su utilidad como paso intermedio en cadenas de infección complejas. Durante 2025 actuó con frecuencia como “puerta de entrada” en campañas donde luego se descargan familias de ransomware o troyanos bancarios, aprovechando su ligereza y bajo nivel de detección para abrir el camino sin levantar sospechas.
Rozena: Una amenaza activa desde al menos 2015, que combina funciones de infostealer y backdoor. Se destaca por su versatilidad y por su uso en campañas localizadas con objetivos específicos. Su distribución se da principalmente a través de archivos “benignos” descargables vía phishing en formato de documentos maliciosos de Office (habitualmente con macros o exploits) o ejecutables falsos.
Entre sus capacidades se incluye el robo de información sensible, como credenciales y datos del sistema, además de la posibilidad de establecer shells inversas utilizando PowerShell, lo que le permite al atacante tomar control remoto del sistema comprometido.
Guildma: Forma parte del ecosistema de troyanos bancarios originados en Brasil y ha estado activo durante varios años, con una evolución constante tanto en capacidades como en técnicas de distribución. Es una de las amenazas más representativas del malware financiero en América Latina, si bien Brasil es su territorio principal, en los últimos años se han observado campañas dirigidas a usuarios en casi todos los países latinoamericanos.
A nivel funcional, Guildma captura credenciales, monitoriza el teclado, toma capturas de pantalla y es capaz de interferir con sesiones bancarias en tiempo real. Su objetivo es robar información financiera y credenciales que permitan el acceso a cuentas bancarias de los usuarios afectados. Simula clics, manipulando formularios y adaptándose a las interfaces de entidades bancarias locales.
Su distribución es a través de campañas masivas por correo electrónico, donde utilizan señuelos variados: multas o facturas, hasta excusas que buscan generar curiosidad en la víctima. Los mensajes suelen incluir archivos adjuntos maliciosos o enlaces que conducen a la descarga de la amenaza.
“La evolución y proliferación de los infostealers reflejan el panorama global de amenazas, cada vez más sofisticado y con alta capacidad de adaptación. Su operación bajo modelos como Malware-as-a-Service (MaaS) los convierte en un riesgo constante para usuarios y empresas, riesgo que se amplifica cuando son utilizados como vectores iniciales en ataques más complejos -como ransomware o espionaje corporativo-.”, concluye López.