Por Leonel Ibarra - revistaeyn.com
Centroamérica avanza hacia 2026 con un mosaico de decisiones sobre el salario mínimo que reflejan tanto las particularidades económicas de cada país como las tensiones entre productividad, inflación y costo de vida.
Aunque los montos y los ritmos de ajuste son dispares, el común denominador en la región es la búsqueda de mayor estabilidad social en un contexto aún marcado por la informalidad y la desigualdad.
En Panamá, trabajadores, empresarios y Gobierno lograron un consenso poco habitual para actualizar el salario mínimo desde el 16 de enero de 2026. El acuerdo contempla incrementos nominales de entre US$10 y US$15 mensuales, según la actividad y la región, dentro de un sistema que mantiene más de 50 escalas salariales. El pacto beneficiará a más de 400.000 asalariados y tras el último aumento de 2024, el salario mínimo general se ubicó en torno a los US$341 mensuales, mientras que el promedio simple rondó los US$637.
Guatemala, por su parte, aplicará en 2026 aumentos diferenciados de entre 4 % y 7,5 %, definidos por decisión presidencial. El mayor incremento recae en los trabajadores no agrícolas, cuyo salario mínimo se fijó en aproximadamente US$552 mensuales. En el sector agrícola, el ingreso básico subió a unos US$524, mientras que en las maquilas alcanzó cerca de US$475.
El Gobierno guatemalteco argumentó que los ajustes responden a criterios técnicos y recordó que la inflación de 2025 fue moderada, del 1,26 %. Sin embargo, el desafío estructural persiste: alrededor del 70 % de la población ocupada trabaja en la informalidad, fuera del sistema de seguridad social.
El Salvador llega a 2026 con el mismo salario mínimo actualizado en junio de 2025, tras un aumento del 12 % aprobado por unanimidad. Los nuevos pisos salariales van desde US$272 en actividades agropecuarias hasta poco más de US$402 en la maquila textil y de confección.
Aunque el Ejecutivo salvadoreño defendió el ajuste como coherente con la inflación, sindicatos y centros de pensamiento advierten que los montos siguen lejos de cubrir el costo de una canasta ampliada, estimada por analistas en más de US$800 mensuales.
Para el caso de Costa Rica, los salarios mínimos del sector privado registrarán un incremento general de apenas 1,63 %, tras la aprobación del Consejo Nacional de Salarios.
El acuerdo también contempla ajustes diferenciados para actividades específicas. El trabajo doméstico recibirá un aumento de 3,96 %, mientras que los trabajadores en ocupación especializada tendrán un alza de 2,18 %. En el caso del técnico medio en educación diversificada, el ajuste aprobado es de 2,50 %.
Los cambios se traducirán en incrementos mensuales aproximados para ocupaciones no calificadas de US$11,5; para bachilleres universitarios cerca de US$13; y para otros perfiles universitarios alrededor de US$20,5. En los regímenes especiales, los aumentos superan los US$19.
En Nicaragua, el salario mínimo promedio subió un 4 % y se ubicó en torno a US$242 mensuales, con vigencia hasta febrero de 2026. Los montos varían ampliamente según el sector: desde unos US$363 en construcción y servicios financieros hasta cerca de US$162 en actividades agropecuarias.
A ello se suma un aumento salarial para el sector público, que elevó el ingreso promedio de los funcionarios a unos US$427. Aun así, cifras oficiales indican que el salario mínimo apenas cubre poco más del 40 % del costo de la canasta básica.
Honduras presenta un caso particular: la maquila es el único sector con salario mínimo ya definido para 2026. A partir de ese año, los trabajadores de unas 300 empresas percibirán cerca de US$524 mensuales, tras un aumento del 8 %. El salario vigente ronda actualmente los US$485.
El acuerdo incluye una cláusula de salvaguarda vinculada a la inflación y beneficia a una industria que emplea a más de 129.000 personas. En 2024, las remuneraciones del sector sumaron aproximadamente US$1.220 millones, reflejo de su peso en la economía hondureña.
Con información de El Heraldo