Por Norma Lezcano- Colaboraron: José Barrera, Gabriela Melara, José Hilario Gómez y Leonel Ibarra.
Los claustros universitarios están cambiando aceleradamente. “Las universidades deben dejar de ser solo espacios físicos para convertirse en ecosistemas digitales. Este cambio permite adaptarse a perfiles diversos y fomentar el aprendizaje continuo bajo la filosofía de lifelong learning”, alerta José Fernando García Ródenas, líder de Programas Universitarios en IBM España.
El nuevo paradigma educativo exige una formación a lo largo de toda la vida, ajustando conocimientos y habilidades a un entorno marcado por el cambio constante, la fragilidad y la incertidumbre.
Pero, ¿cómo responden las universidades centroamericanas ante este desafío para preparar a sus estudiantes como líderes del presente y futuro?
En Honduras, la ingeniera Rosalpina Rodríguez, CEO y rectora de UNITEC, lo resume así: “La educación superior atraviesa una transformación histórica, impulsada por la disrupción tecnológica. Visualizamos los próximos cinco años como una oportunidad para liderar este cambio en Honduras y la región”.
Desde Guatemala, el licenciado Jean Paul Suger, vicerrector administrativo de la Universidad Galileo, subraya la importancia de la investigación: “Para nuestra universidad, promover la investigación académica y científica es fundamental. Nos ayuda a resolver problemas, generar nuevas ideas y beneficiar a toda la población”.
En El Salvador, el doctor Óscar Picardo, director del Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad Francisco Gavidia (UFG), explica la estrategia de su institución: “La UFG tiene una hoja de ruta clara: ser una universidad inclusiva y de clase global, comprometida con la calidad en la enseñanza, tanto presencial como online, y con el quehacer científico”.
Según Picardo, la misión de la UFG se centra en impulsar “el progreso social, la productividad y la competitividad del país, formando a los mejores profesionales de El Salvador”.

Para la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP), el presente es una disrupción que, sin embargo, es interpretada como “una constante” a lo largo de su historia, tal como lo define la vicerrectora académica, doctora Ángela Laguna Caicedo.
“En la actualidad, la UTP reconoce la velocidad de cambio impuesta por la Cuarta Revolución Industrial y la necesidad de un ecosistema de aprendizaje flexible, en el que los estudiantes asuman un rol activo en su proceso educativo, apoyados por recursos digitales y metodologías activas”, sostiene la académica.
2025: UN AÑO BISAGRA
La rápida adopción de la Inteligencia Artificial (IA) y el impacto de la tecnología en todos los ámbitos están transformando profundamente la realidad global. A esto se suma una creciente preocupación en la región por alcanzar estándares de desarrollo sostenibles. Con este panorama, se espera que el 2025 marque un punto de inflexión para el mundo universitario.
Según sea el ciclo de evolución que atraviesen, las instituciones deberán ajustar, redefinir o potenciar su rol frente a estos desafíos. Las que van a la vanguardia ya marcan la senda.
Universidad Galileo, por caso, viene haciendo diferencia con sus programas virtuales especializados en Inteligencia Artificial (IA). Su éxito no sólo se basa en el diseño y la calidad de su currículo sino en su estrategia de entrega de los contenidos.
Por un lado, en su plataforma propia proporciona certificaciones profesionales, micro-masters y cursos en temas como Innovación con IA Generativa, IA aplicada a la Educación, IA aplicada al Análisis de Datos, Marketing Digital potenciado por la IA y Herramientas de IA Generativa.
Por otro lado, en 2015 Galileo se convirtió en la primera universidad de Latinoamérica en unirse a la plataforma de educación virtual edX (creada por MIT y Harvard University), lo que le permitió llegar a más de 1.250.000 estudiantes de más de 150 países.
Para la educación de los empleos de futuro, las fronteras no existen. A la par, la institución fundada por el doctor Eduardo Suger Cofiño, continúa con la vocación impregnada por su mentor: la de generar nuevo conocimiento. Para 2023 ya contaba con más de 14 laboratorios dedicados a innovación, electrónica, mecatrónica e ingeniería renovable, entre otras áreas. A través de su Centro de Investigación y Transferencia de Tecnología, CITEC, colabora con empresas como Enel Guatemala, Progreso y Magdalena.

En el primer caso, se utilizaron las tecnologías robótica móvil y visión computarizada para desarrollar un robot que tiene la capacidad de inspeccionar tuberías de gran profundidad; con Cementos Progreso trabajaron en la implementación de robótica colaborativa para mejorar la precisión y reproducibilidad de los ensayos en laboratorios físicos; y con Magdalena firmaron un convenio de transferencia de tecnología para trabajar en conjunto en la investigación y el desarrollo de soluciones tecnológicas que mejoren la eficiencia en distintas áreas del ingenio.
CADENAS COLABORATIVAS
Según los expertos en prospectiva tecnológica y desarrollo, para responder eficazmente a los grandes retos que se avecinan será necesario una acción colaborativa a través de la triple hélice de la educación superior, el gobierno y las empresas.
Esta es una tendencia que las universidades líderes de la región ya están protagonizando con múltiples modelos de vinculación. “Desde hace varios años –señala Picardo– la UFG ha centrado su relación con el mundo laboral, productivo y empresarial a través de la venta de servicios científicos; con un enfoque amigable y flexible, a veces aportando datos para la toma de decisiones y en otros casos desempeñando proyectos de investigación”.
Tres socios clave de la UFG son Energía del Pacífico, SigmaQ y Dizucar. En el caso de UNITEC, en Honduras, esa vinculación entre universidad y empresa tiene su foco en la empleabilidad. Cuentan con un Centro de Empleabilidad que conecta a los estudiantes con empresas aliadas, facilita procesos de reclutamiento y ofrece espacios de networking y orientación profesional.
“A partir de este año, ofrecemos a los estudiantes una plataforma basada en Inteligencia Artificial, llamada ‘1 Mentor’ que, a partir del análisis de millones de puestos de trabajo a nivel local e internacional, permite a los estudiantes identificar qué competencias deben fortalecer para estar preparados al momento de su inserción laboral”, comenta la rectora Rosalpina Rodríguez.
La salvadoreña Universidad Don Bosco, por su lado, tiene variadas iniciativas para generar vinculación con el mercado laboral y garantizar la competitividad de sus estudiantes y egresados. Lo explica el doctor José Humberto Flores Muñoz, vicerrector académico de la institución: “(Ofrecen) tres asignaturas con práctica profesional, pasantías de estudiantes de últimos años en las empresas, una oficina de intermediación laboral llamada ‘Incorpórate’, el Programa de Orientación de Carrera (que fortalece las habilidades blandas y competencias de los estudiantes para mejorar su perfil profesional) y los convenios Universidad–Empresas”.
Otra propuesta interesante de la Don Bosco son sus Academias Privadas de Software (Huawei, GBM, Amazon, MSU, entre otros), las que a través de cursos específicos certifican conocimientos y habilidades en determinadas plataformas (ejemplo: Curso de Soluciones en la Nube Amazon Web Services).
Aportar valor de consultoría al sector privado es la apuesta de la Universidad Americana (UAM-Costa Rica). Implementó el Consultorio Empresarial, que atiende anualmente a más de 200 micro, pequeñas y medianas empresas de todo el país, ofreciendo orientación en áreas clave como finanzas, mercadeo, recursos humanos y planificación de negocios.
CONOCIMIENTO COMPARTIDO
Pero, las cadenas colaborativas que demandan estos complejos y desafiantes tiempos no se circunscriben al entorno universidad-empresa. Como lo fue históricamente, y ahora mucho más, la cooperación entre universidades a nivel global se está acelerando para escalar en conocimientos y experiencias.
Por ejemplo, la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP) firmó un acuerdo con la Arizona State University (ASU), líder en la industria de la cadena de suministro y manufactura de semiconductores. “La Universidad ha estado muy pujante, desde el año pasado, en hacer enlaces con diferentes universidades para desarrollar un centro de innovación en el área de semiconductores”, explica
Juan José Morán, director general de Planificación Universitaria de la UTP. Y argumenta: “Panamá no tiene la capacidad para hacer procesamiento de semiconductores, pero sí podemos entrar en otras etapas de esa cadena de valor, como es el diseño y el desarrollo”.
Una experiencia similar de vinculación con la ASU lleva adelante la UFG, en El Salvador. “Firmamos una alianza estratégica, a través de CINTANA Education, gestora de la red de internacionalización de ASU. Hoy, la Arizona State es número 1 en innovación, por encima de MIT y Stanford; esto nos abre un sinfín de oportunidades para enriquecer la docencia, la investigación y la gestión de proyectos”,
señala el doctor Picardo.
A escala intrarregional, también avanza la estrategia de alianzas entre universidades altamente especializadas. A través del dictado conjunto de carreras garantizan la interdisciplinariedad que demandan los abordajes complejos de estos tiempos. Un ejemplo de ello es el vínculo entre la hondureña Escuela Agrícola Panamericana INC. (Zamorano) y la costarricense INCAE, que en colaboración dictan una maestría en Agronegocios.
“La ‘metodología de casos’ utilizada en INCAE y el ‘Aprender-Haciendo’ de Zamorano, permiten no solo actualizarse con las nuevas tendencias sino desarrollar habilidades clave para el crecimiento de ejecutivos y líderes tomadores de decisión”, explican desde Zamorano. La universidad hondureña extendió la estrategia hacia Sudamérica, aliándose con la colombiana Universidad EAFIT, para el dictado de una Maestría en Café y Negocios.
FONDO Y FORMA
Las radicales transformaciones que las universidades centroamericanas están emprendiendo para poder construir los empleos del futuro no se circunscriben a un currículo totalmente remozado y con actualizaciones cada tres años, también están mutando los tradicionales sistemas de impartir clases. Adicionalmente, los clásicos títulos académicos –de grado y post grado– ya no son las únicas posibilidades.
“En los próximos cinco años, la educación superior en nuestra institución será profundamente transformada por la disrupción tecnológica”, señalan las autoridades de la Universidad Tecnológica de Honduras (UTH).
“Las principales áreas de enfoque serán: aprendizaje híbrido y personalizado, currículos orientados a habilidades digitales y humanas, Incorporación de la Inteligencia Artificial en la enseñanza, Realidad Aumentada y Virtual en el aprendizaje práctico, Educación Continua y Microcredenciales”, sintetizan muy claramente.En el mismo sentido, la panameña UTP ha identificado la necesidad de flexibilizar sus modalidades de enseñanza.
“Entre las tendencias más notables –destaca la doctora
Ángela Laguna Caicedo– se encuentran el aumento de programas, cursos y asignaturas a distancia, los cuales permiten a los estudiantes adaptar el aprendizaje a su propio ritmo, y la incorporación de recursos interactivos y digitales”. La UTP enfatizará “un enfoque constructivista y colaborativo en el aprendizaje, con el docente como facilitador, lo cual es congruente con los principios de la Educación 4.0”, agrega Laguna Caicedo.
La Universidad Don Bosco, en El Salvador, fomentará la educación híbrida y virtual. “En la modalidad híbrida damos la oportunidad de una experiencia presencial en laboratorios, simuladores, en empresas, en salas de experimentación y en bibliotecas especializadas”, detalla el vicerrector José Humberto Flores Muñoz. Esta modalidad, se complementa con clases sincrónicas virtuales.
En cuanto a la educación on line, “se prioriza el sistema asincrónico, el cual fomenta el aprendizaje autónomo, la formación ubicua (estudiar en cualquier momento y espacio) y la autogestión de los estudios”, resalta Flores Muñoz.
En definitiva, la tecnología que hoy atraviesa todo el ecosistema universitario lo que estará haciendo en los próximos años es actuar de palanca de desarrollo y potenciación de las habilidades blandas que toda persona deberá tener para poder aspirar a un empleo.
Según el informe Future of the Jobs 2024, del WEF, esas habilidades críticas son: el pensamiento crítico, la resolución de problemas, la creatividad, la inteligencia emocional y la alfabetización digital.
Probablemente, se aproximan años no de lucha del hombre contra las máquinas, sino de coordinación entre ellos. “Los empleos del futuro no dependerán únicamente de habilidades técnicas, sino también de competencias humanas que las máquinas no pueden replicar”, afirma Andrew Ng, experto en Inteligencia Artificial y educación. En ese escenario, las universidades seguirán jugando un rol crítico e irremplazable.