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Porqué es importante dar un espacio a la tristeza en Navidad

Detrás de los villancicos, los adornos y las reuniones, también se esconden silencios que pesan y memorias que se vuelven más nítidas cuando el calendario se acerca al final del año.

2025-12-11

Por revistaeyn.com

Mientras las ciudades se cubren de luces y los hogares se sumergen en preparativos, para muchas personas la temporada navideña llega acompañada de emociones que poco tienen que ver con el entusiasmo colectivo. Detrás de los villancicos, los adornos y las reuniones, también se esconden silencios que pesan y memorias que se vuelven más nítidas cuando el calendario se acerca al final del año.

Aunque suele asumirse que diciembre es sinónimo de júbilo, lo cierto es que no todos transitan estas semanas con la misma energía. Para Álvaro Solano, director de Psicología de la Universidad Fidélitas, validar los sentimientos propios —incluso aquellos menos luminosos— es una forma esencial de autocuidado.

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“Reconocer que no todas las personas viven estas fechas con el mismo ánimo es un primer paso para disminuir la presión emocional”, sostiene. “No se trata de esquivar lo que sentimos, sino de permitirnos experimentarlo sin culpa”.

Cuando la ausencia se siente más fuerte

La temporada también remueve recuerdos, especialmente para quienes enfrentan duelos recientes o pérdidas que siguen doliendo. Los especialistas recomiendan convertir esa nostalgia en un gesto simbólico: encender una vela en honor a quien partió, cocinar un platillo que formaba parte de la tradición familiar o compartir una anécdota que evoque su presencia. Según Solano, pequeñas acciones como estas permiten mantener viva la memoria y ofrecer un espacio de alivio afectivo. La tristeza no desaparece, pero deja de convertirse en una carga cuando se le permite existir.

El derecho a decir “hasta aquí”

A la par de lo emocional, Solano advierte que el ideal de tener celebraciones perfectas puede generar una presión innecesaria. Elegir a cuáles actividades asistir, reservar momentos de calma o simplemente decir “no” cuando el cuerpo y la mente lo necesitan son prácticas que ayudan a equilibrar la jornada.

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También sugiere integrar hábitos sencillos como escribir lo que uno siente, caminar sin prisa o agradecer pequeños detalles del día. “Las redes de apoyo —amigos, familia o profesionales— son fundamentales para sostenernos”, recuerda.

Festejar en soledad también tiene retos

Para quienes viven solos, el contraste entre el bullicio externo y la quietud de su propio hogar puede ser especialmente duro. Crear rutinas que aporten bienestar —preparar una cena especial, llamar a un ser querido, participar en voluntariados o sumarse a actividades comunitarias— puede ayudar a combatir la sensación de aislamiento. “Pedir ayuda es un acto de valentía, no de fragilidad”, enfatiza Solano.

Un regalo para uno mismo

En última instancia, lo más importante es practicar el autocuidado: descansar lo necesario, bajar el ritmo cuando el cuerpo lo pide, buscar compañía cuando hace falta y aceptar las emociones sin juzgarlas. No existe una única manera de vivir la Navidad; lo que sí existe es la oportunidad de tratarse con amabilidad y recordar que cuidarse también es un gesto que merece envolverse y entregarse.

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