Por Norma Lezcano / Colaboración: Pablo Balcáceres, José Barrera, Velia Jaramillo
En una Centroamérica atravesada por la desconfianza institucional, la figura del empresario ha cobrado un valor renovado. Esta alta percepción que hoy tiene la ciudadanía respecto de las organizaciones privadas está siendo apuntalada —en buena medida— por una cadena de valor agregado, conocimiento compartido y cultura enfocada en la sostenibilidad que construyen las entidades con propósito alineado a la Responsabilidad Social Empresarial (RSE).
Los resultados del Estudio El Valor de la Confianza reflejan el importante grado de madurez e impacto que alcanzó esta experiencia, que tiene en INTEGRARSE a la alianza que reúne a las organizaciones RSE de toda la región: CentraRSE (Guatemala), FUNDAHRSE (Honduras); Fundemas (El Salvador); AED (Costa Rica). ECORED (República Dominicana) y Sumarse (Panamá).En la edición 2025, CentraRSE, Fundemas y FUNDAHRSE participaron como organizaciones aliadas promoviendo la investigación.
Sus líderes analizan los resultados de Confianza Empresarial en sus países. “Estamos avanzando hacia un modelo empresarial donde la confianza no sólo se construye puertas adentro, sino también en alianzas con otros sectores: gobierno, sociedad civil, comunidades, cadena de valor, organismos internacionales, y especialmente, entre empresas que buscan transformar la región”, afirma Mario R. Faraj, presidente de la Junta Directiva de FUNDAHRSE.
Esa visión común que trasciende las fronteras nacionales es lo que está permitiendo al sector privado centroamericano crecer al tiempo que consolida sus vínculos con la sociedad.
Para Tomás Regalado, presidente de Fundemas, “posicionar el tema de la confianza en la agenda del sector empresarial de El Salvador no es sólo relevante, sino urgente”. Desde su perspectiva, “las empresas que gozan de la confianza de sus colaboradores, clientes y comunidades tienen una ventaja competitiva clara: atraen talento, fortalecen sus marcas, generan alianzas sólidas y son más resilientes ante los desafíos”.
VISIÓN EN EVOLUCIÓN
Un dato fáctico que emerge en la cultura empresarial centroamericana es la evolución que vienen registrando los propios líderes sobre el compromiso que asumen para su rol, y los riesgos que les implica desconocer el impacto de sus decisiones. “La confianza es uno de los intangibles más difíciles de conseguir, pero más fácil de perder”, reconoce Juan Pablo Morataya, director ejecutivo de CentraRSE.
“Es un atributo que la gente tiene que reconocer, y que haya congruencia entre lo que uno dice y lo que se hace”.La migración del tradicional concepto RSE hacia una visión integral de Sostenibilidad atraviesa a todo el tejido empresarial de la región. “Vemos un creciente compromisodel sector privado por actuar con mayor transparencia, ética y responsabilidad. Se ve reflejado en las más de cien empresas firmantes de la Declaratoria Anticorrupción de FUNDAHRSE”, destaca Mario Faraj.
“En El Salvador —apunta Regalado— hemos transitado de una visión centrada únicamente en resultados financieros hacia una concepción más integral del valor empresarial”. Esa evolución estuvo impulsada por “la ciudadanía y consumidores más exigentes que quieren saber qué hay detrás de una marca, cuál es su propósito y cómo se relaciona con su entorno. En ese contexto, la confianza se ha vuelto un factor diferenciador”.
No sólo la visión y la estrategia de negocio están transformándose exponencialmente en las empresas centroamericanas, sino también la forma de liderar y comunicar. “Hace 5 años, había empresas que emitían un Informe de Sostenibilidad, hacían un evento, lo subían a una página web y daban por hecho que con eso todos sus públicos de interés conocían cuál era la estrategia de sostenibilidad y los impactos de la empresa”, relata Morataya.
“Entendimos que ya la vocería de las empresas no es de los encargados de Asuntos Corporativos, ni del de Sostenibilidad. (Los stakeholders) quieren al CEO o al presidente hablando de los temas del negocio —explica—, pero también dominando una agenda de desarrollo social, haciendo público compromisos de la empresa y personales en temas ambientales y hablando de derechos humanos. Porque los derechos humanos tienen un impacto directo en el modelo de negocio”, afirma el director de CentraRSE.
En este marco —donde prima una reflexión profunda y honesta sobre el protagonismo que viven las empresas— los dirigentes empresariales han recibido con entusiasmo los hallazgos del Estudio El Valor de la Confianza 2025. “Resulta clave la identificación de cinco dimensiones de la confianza empresarial, lo cual permite un análisis más profundo y estratégico de cómo se construye esta confianza en la práctica”, señala Regalado Papini.
La propia forma de construir confianza está en proceso de transición. “Está cambiando la forma en que entendemos lo que sí genera confianza y lo que no... entonces se impone menos ego empresarial, más humildad, capacidad de diálogo y de buscar consensos. Más liderazgo de confianza, consciente”, señala Morataya. 
Una visión con la cual coincide Mario Faraj: “Los líderes empresariales deben ser un reflejo de coherencia, empatía, y capacidad de movilizar a otros hacia metas comunes. Ese tipo de liderazgo genera confianza y relaciones sólidas a largo plazo”, resume.
PUENTE CON LO PÚBLICO
Los dirigentes empresariales son conscientes de que las altas expectativas depositadas en ellos por la sociedad, cuando en paralelo aparece destruida la confianza en el Estado, les impone un doble desafío para sostener la salud de la democracia y la integración social. “Los niveles de desconfianza en lo público están rompiendo canales habilitantes de diálogo y conversaciones para el desarrollo”, sostiene Juan Pablo Morataya.
Por ello sugiere que “para construir un mejor país se requieren más espacios de intercambio y renovar los liderazgos políticos, sociales y económicos”. Y renovarlos, enfatiza, no significa cambiar a los que están, “sino que los que están se muestren dispuestos a replantearse su modelo de liderazgo, sea en lo político, en lo público o en lo privado”.
En medio de la incredulidad de la sociedad hacia el conjunto de las instituciones, para Faraj, el protagonismo privado debe ser contundente. “La empresa debe invertir en soluciones sostenibles y crear oportunidades para personas en condición de vulnerabilidad, de modo que se permita la transición hacia una inclusión consistente y genuina”.
De cara al futuro, Tomás Regalado Papini confía en el proceso en marcha que, según muestra el Estudio, hoy lidera el sector privado.
“Aunque aún enfrentamos retos estructurales en materia de institucionalidad y transparencia, hay un movimiento empresarial creciente que apuesta por la sostenibilidad, la inclusión y la rendición de cuentas”, concluye.
 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 