Por revistaeyn.com
En Latinoamérica y el Caribe, la proporción de adultos con una cuenta bancaria o digital aumentó del 50 % en 2017 a cerca del 70 % en 2024, según el Global Findex 2025.
Actualmente, más de la mitad de estas personas acceden a servicios financieros de manera digital, gracias a la rápida digitalización del sector y la consolidación de un dinámico ecosistema fintech.
Este último se enfoca en innovaciones para poblaciones de bajos ingresos, ofreciendo soluciones financieras básicas que históricamente habían estado fuera de su alcance.
Sobre esta base, cinco motores están transformando las finanzas en América Latina y el Caribe, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID):
Sistemas de pago instantáneos e interoperables
Nuevas iniciativas públicas y privadas están facilitando transferencias de bajo valor y en tiempo real, mediante infraestructura pública y una mayor interoperabilidad entre cuentas bancarias, billeteras digitales, códigos QR y distintos participantes, independientemente de la plataforma utilizada por el comprador o el comercio. Cada vez más países están adoptando sistemas rápidos de pago para transacciones de menor cuantía y regulaciones de interoperabilidad.
Gracias a esta revolución, las transferencias móviles en Costa Rica se han convertido en una herramienta cotidiana para hogares y comercios. En Argentina, los consumidores pueden comprar y pagar mediante cualquier código QR interoperable vinculado directamente a sus cuentas. Estos sistemas están ampliando los pagos digitales al hacer que las transacciones sean más rápidas, económicas y seguras, señala el BID.
Auge de la inversión fintech
Desde 2017, el sector fintech de América Latina ha vivido un auge en la inversión de capital de riesgo, que alcanzó su punto máximo en 2021 con US$14.000 millones. Aunque en 2022 y 2023 se produjo una fuerte corrección, en 2024 se observó una recuperación con el regreso de la confianza de los inversionistas.
Solo en el primer semestre del año se concretaron acuerdos por US$1.200 millones, alrededor de 20 % más que en el mismo período anterior. El surgimiento de gigantes fintech locales refleja la madurez del sector.
Finanzas abiertas y portabilidad de datos
La introducción de interfaces digitales estandarizadas y seguras para compartir datos financieros también está transformando el panorama en América Latina y el Caribe, al otorgarles a las personas mayor control sobre su información y permitirles acceder a productos financieros adaptados a sus necesidades, apunta el BID.
La confianza en este ecosistema se fortalece mediante normas sólidas de API —reglas comunes que permiten la conexión segura entre bancos y las fintech—, además de marcos seguros para el intercambio de datos y reglas claras sobre la responsabilidad. Cada vez más, los esfuerzos regulatorios en la región se centran en brindarles a los usuarios la certeza de que sus datos están protegidos y que compartirlos es seguro.
En Chile, la Ley Fintech de 2024 estableció un marco nacional para las finanzas abiertas, allanando el camino para una adopción más amplia. Al hacer portables los datos financieros, las finanzas abiertas reducen los costos de cambiar de operador, lo que facilita soluciones financieras más centradas en el usuario.
Inteligencia artificial responsable
La inteligencia artificial (IA) permite a los sistemas financieros tradicionales y a las fintech evaluar riesgos a menor costo y tomar decisiones más rápidas. La IA también podría ayudar a millones de personas sin historial crediticio formal a acceder a financiamiento, mediante datos alternativos para expandir el crédito de manera responsable.
Sin embargo, los estudios muestran de manera consistente que, aunque los datos alternativos y la IA mejoran la capacidad predictiva, complementan, pero no sustituyen el historial crediticio tradicional, que sigue siendo un elemento fundamental para evaluar riesgos.
Confianza y cambio de comportamiento
Ampliar el acceso a los servicios financieros es significativo cuando las personas utilizan las herramientas digitales en su vida diaria. En América Latina y el Caribe, la transición del efectivo a lo digital se ha acelerado con fuerza. En 2020, aproximadamente 38 % del valor de las transacciones presenciales se realizaba en efectivo; para 2024, esa proporción cayó a menos del 25 %.
No obstante, la preocupación por el fraude sigue siendo una barrera. Para generar confianza, gobiernos y proveedores están introduciendo protecciones más sólidas, como alertas en tiempo real sobre las transacciones, seguros contra fraude y mecanismos de reembolso claros. Además, las campañas públicas de educación en ciberseguridad también contribuyen a mejorar la confianza en las operaciones digitales.
En conjunto, estas medidas están cambiando los comportamientos, haciendo que las finanzas digitales no solo sean accesibles, sino también confiables: convierten las cuentas en recursos activamente utilizados y transforman la manera en que hogares y empresas gestionan el dinero.