Por Velia Jaramillo - Estrategia & Negocios
Stephanie Melville Molina se convirtió este año en la primera presidenta en la historia de Progreso, una empresa familiar con 124 años de historia y la cementera líder de Centroamérica. Lo hace con el desafío de preservar el legado de la compañía de su familia, y de abrir brecha como mujer asumiendo el liderazgo de una holding que agrupa operaciones en Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Panamá, Colombia y desde agosto 2024 República Dominicana. Además participa en los negocios de cal, concreto, agregados, sacos de papel y distribución.
Asume su cargo en una coyuntura en que la competencia crece y los mercados se transforman. “Es cuestión de adaptarse; las dinámicas cambian y el reto es probar que los equipos están preparados para enfrentar lo que venga”, sostiene.
Su vocación se cimentó desde niña, visitando las plantas cementeras de su familia, junto a su padre, Federico Melville.
La mayor de tres hermanos, recuerda que de niña “mi ilusión era irme a trabajar con mi papá a la fábrica, en la zona 6 de Guatemala, o a San Miguel, (ubicada en Sanarate, El Progreso, a 65 kilómetros de la capital). Se evoca “viendo aquellas montañas de tierra y a mi papá explicándome los diferentes materiales para hacer cemento. Tenía una colección de camioncitos y carritos en su oficina que, por supuesto, no me dejaba tocar, pero quedé desde entonces fascinada con ese mundo”.
¿Que la construyó como líder? “Mi papá nunca hizo una diferenciación conmigo, nunca me dijo que yo por ser mujer no jugara con tierra. Creo que eso fue muy impulsado también por el rol de las mujeres de la familia. Desde el momento en que mi bisabuelo fundó la empresa, mi bisabuela estuvo muy a la par de él. Mi bisabuelo tuvo dos hijos hombres y dos hijas mujeres muy involucradas en la empresa, mujeres muy fuertes. En la familia siempre ha habido personalidades femeninas involucradas en el negocio”, destaca.
Cuarta generación de la empresa de su familia, Melville cuenta que “desde chiquita creo que aprendí a comer tierra antes de tomar leche, en la familia bromeamos diciendo que si a nosotros nos pinchan nos sale cemento de las venas. Mi aspiración siempre fue: ‘yo quiero trabajar ahí, involucrarme en la empresa, ¿Qué tengo que hacer para poder aspirar a esto?’ y la respuesta de mi papá siempre fue: “estudie, prepárese”.
ESTRATEGA DE LA GOBERNANZA
En algún momento coqueteó con la idea de estudiar medicina, en el camino se decantó por la abogacía, que cursó en Guatemala. Se especializó después en Derecho Corporativo con una maestría en Northwestern University. Al graduarse trabajó “muchos años en el sistema bancario, en derecho corporativo, lo que me dio una visión más macro del mundo corporativo financiero”.
¿Y cómo cumplió su sueño y llegó a Progreso? “Me apasiona el tema de empresas familiares, cómo organizar la gobernanza para no trasladar los problemas familiares al negocio y usar los temas familiares como un bono y no como una debilidad. Así llegué a directora suplente de la Junta Directiva de Progreso hace más de 18 años”, cuenta. Tenía poco más de 26 años.
Formó parte del Comité de Riesgo, Cumplimiento y Sostenibilidad, desde 2013 hasta el 2022, “venía de Citibank, una súper escuela para temas de compliance”, apunta.
Posteriormente “cuando mi papá se semi-retira yo tomo la silla de directora titular, hace cinco años. Soy Secretaria de la Junta Directiva de Progreso por dos años (del 2020 al 2022), y luego de eso asumo la Vicepresidencia (en mayo de 2022)”, recapitula.
Para cuando llega a ser directora titular, Stephanie sumaba 12 años participando en la Junta Directiva (como suplente). “Yo era la única mujer y la más joven en la directiva, venía con esa educación, ese crecimiento, me había ganado el espacio y el respeto, era parte de la dinámica del grupo”, afirma.
Desde antes, la influencia de su padre la había preparado para los desafíos. “Siempre fue muy exigente conmigo, en mis estudios, jugó un rol muy fuerte, en el sentido de nunca limitarme, me decía ‘usted puede, es fuerte, no necesita de nadie’. Me hizo muy exigente conmigo misma. A veces en mis diálogos internos tiendo a ser muy perfeccionista y me cuesta mucho fallarme”, confiesa Stephanie. Tuvo el balance de su madre, “una mujer suave, pero fuerte a la vez. Ahora, siendo mamá, reconozco esa fuerza constante, ese estoicismo suave, la presencia que tuvo mi mamá, mi resiliencia viene mucho de ella”.
LA PRESIDENTA DE PROGRESO
Melville se convirtió en mayo del 2024 en la primera mujer Presidenta en la historia de Progreso. Sus anteriores roles le habían dado la experiencia para el nuevo reto. “El presidente, vicepresidente y secretario trabajan muy de la mano durante ciclos de seis años. Con José Miguel (Torrebiarte) veníamos trabajando durante su presidencia, me incluyó muchísimo y eso me sirvió como una mentoría y como un aprendizaje en el camino”.
Ya en el rol de Presidenta de la empresa de su familia, “he recibido muchos correos de colaboradoras diciéndome ‘usted es una inspiración’; uno de los post que más hits tuvo en las redes fue mi nombramiento, no me imaginaba el impacto que esto iba a tener, y asusta la responsabilidad de abrir esta brecha, nunca me imaginé que iba a causar tanto impacto el que una mujer llegara a la presidencia, nunca había estado tan consciente de mi género como lo estoy ahora y de la gran responsabilidad que es el tener el puesto que tengo”, comparte.
¿Su nuevo gran desafío? “Somos una empresa que está por cumplir 125 años, es un legado para la región, para Guatemala, no quiero fallar. Y a eso se suma esa responsabilidad adicional de ser una de las primeras mujeres centroamericanas y guatemaltecas que está a la cabeza de una compañía como Progreso. Es un gran orgullo, pero también es una gran responsabilidad que implica compromisos”, reflexiona.
¿Cómo se visualiza al frente de una compañía líder regional en el sector de la construcción? Para Stephanie, un reto mayor es “continuar el legado familiar, de mis primos, mis tíos, mi papá, mi abuelo, mi bisabuelo”.
“¿Cuál es mi reto o mi visión de Progreso?” Se pregunta, y responde: “Primero es cómo logramos transmitir a estas futuras generaciones los valores, principios y la visión de nuestro fundador, que eso no se pierda en la familia pero que tampoco se pierda esa mística de Progreso para nuestros colaboradores. No es lo mismo estar en un país a estar en siete países, el desafío es seguir permeando la cultura Progreso”.
“¿Yo, Stephanie Melville cuál quiero que sea mi característica diferenciadora?”, se cuestiona. Y no duda en responder: “Muy enfocada al colaborador. El Covid nos vino a hacer entender muchas cosas, los colaboradores ya no le dan la misma prioridad que le daban antes a la carrera corporativa, la gente está más enfocada en tener calidad de vida.
Las organizaciones tenemos que adaptarnos a esas nuevas necesidades que nos piden nuestros clientes, nuestros colaboradores, y encajar las necesidades que tenemos como empresas, a las necesidades que tienen nuestros clientes, nuestros distribuidores, nuestros proveedores y nuestros colaboradores”. Está consciente de que “el mundo está cambiando, y el que no se sabe adaptar, pierde”.
UNA LÍDER EN TIEMPOS DE EXPANSIÓN
El 5 de agosto del año en curso, Melville se convirtió en protagonista de una de las grandes jugadas de 2024 que mueve el panorama de negocios regional: Cementos Progreso Holdings, S.L. anunció su expansión a República Dominicana mediante la firma de un acuerdo con Cemex para adquirir el 100% de sus operaciones, consolidando su liderazgo en la industria regional.
“El ingreso a República Dominicana representa una etapa emocionante en la historia de nuestra compañía. Para mí, ahora desde la presidencia de Progreso, es un testimonio del legado y la visión de nuestro fundador, así como de nuestra capacidad para adaptarnos y crecer en un entorno global cada vez más competitivo”, destaca en entrevista.
PRIMEROS PASOS DE MULTILATINA
Progreso opera en Guatemala, Costa Rica, Panamá, Honduras, Belice, El Salvador y Colombia, este último con operaciones comerciales. Tras adquirir las operaciones de CEMEX en Costa Rica y El Salvador con una inversión de US$329 millones, Progreso inició en 2022 operaciones comerciales en esos países. En Honduras, posee un 48% de Cementos del Norte (CENOSA), que comercializa Cemento Bijao en el norte del país.
En cuanto al recién anunciado acuerdo de compra de las operaciones de Cemex en República Dominicana “Esta expansión no solo consolida nuestro liderazgo en la industria del cemento y materiales de construcción en América Latina y el Caribe, sino que nos permite ingresar en un mercado nuevo y muy interesante. Incorporar las operaciones en República Dominicana y Haití es una oportunidad para aplicar nuestra experiencia y conocimientos acumulados, al tiempo que aprendemos y nos enriquecemos con las culturas locales”, apunta la líder de Progreso.
En cuanto a las operaciones que han adquirido previamente, explica Melville: “Estamos en el proceso de completar la integración, cada país centroamericano tiene sus propios retos, sus idiosincrasias y no queremos llegar con una actitud de decir ‘nosotros tenemos la mejor forma de hacer las cosas’, sino con una actitud de ‘queremos aprender de ustedes’. No necesariamente lo que funciona en un país funciona en otro y creo que uno tiene que irse adaptando, tropicalizando la forma de hacer las cosas en cada país en donde tenemos presencia”.
Agrega: “Somos ahora un grupo orgullosamente centroamericano, y para construir el nuevo Progreso les pedimos: ‘enséñenos a implementar mejores prácticas, estamos interesados en aprender lo que ustedes tengan que enseñarnos’. Como nosotros adquirimos operaciones de otras cementeras, tienen otro tipo de prácticas y de conocimientos que podemos implementar y adaptar en nuestras distintas operaciones. Por ejemplo, Costa Rica con todas sus prácticas ambientales, tiene una operación de combustibles alternos. Hay un aprendizaje recíproco entre los diferentes países en donde tenemos operaciones”.
¿Qué han aprendido de otras operaciones a las que están llegando? “Los mercados son distintos, la integración de los mercados no necesariamente es la misma, la competencia en los distintos mercados no es igual. Están también las coyunturas políticas que siempre juegan un rol importante, hubo varios países con procesos electorales. Uno llega a conocer, a aprender respetando las culturas”.
Su presencia en Colombia se mantiene por el momento con la operación actual, “expandirnos más allá de lo que tenemos actualmente, lo vamos a analizar un poco más a futuro”.
Parte de la dinámica de la industria se vincula mucho con la expansión de Progreso, observa la presidenta: “Probablemente para las multinacionales nuestros mercados dejan de ser interesantes. Cada vez más, hay una tendencia hacia la desinversión, lo que representa oportunidades de exploración para actores regionales porque es nuestro jardín, por más que sean países pequeños, conocemos nuestra región y es en donde nos interesa movernos”.
LIDERAZGO GREMIAL: OTRA ESCUELA
En 2017, tomó la decisión de entrar al liderazgo gremial y convertirse en la primera mujer directora de la Cámara de Industria de Guatemala, a casi 60 años de fundada. Ahí la empresaria tomó consciencia de su rol como generadora de equilibrio y pionera de la equidad.
“Fue la primera vez que estuve tan consciente de ser mujer, en el sentido de la gran responsabilidad que tenía hacia otras mujeres. Cuando llegué a la Cámara de Industria, no había otra mujer. Me fui a topar con personas de mi edad, de diferentes industrias, de diferentes backgrounds y me di cuenta de que la realidad que yo vivía en Progreso no es necesariamente la misma de otras corporaciones en diferentes etapas, con diferentes tipos de liderazgo, distintas formas de hacer las cosas”.
La experiencia gremial se convirtió en otra gran escuela. “Me ayudó a crecer en mi liderazgo. Cuando llegué fue primero cambiarles la dinámica de las Juntas Directivas, porque era un verdadero Club de Toby. El primer día se pasaron disculpando la mitad de la reunión por el tipo de vocabulario que usaban, y yo pensaba ‘no soy la maestra del salón’. Ya venía acostumbrada a estar en un círculo de hombres, pero me topé con otro tipo de retos. Me sirvieron mucho las herramientas de liderazgo femenino. Me gané mi lugar y ahora me dicen ‘usted es una directora más’ ”.
Otro aprendizaje: “Uno ve más coyuntura nacional y eso causa mucho desgaste; son otro tipo de presiones, se requiere mucha unidad. Muchas veces hay que dejar de lado los intereses personales, sacrificar posturas de su empresa por el bien común del empresariado”. Al final, concluye: “Se trata de aprender a construir puentes”.