Por: Leonel Ibarra - revistaeyn.com. Colaboraron: Daniel Zueras, Alejandra Ordóñez y José Hilario Gómez
En los últimos dos años, los países de Centroamérica han experimentado un notable auge en la oferta de energía proveniente de fuentes renovables, impulsado tanto por la presión internacional para descarbonizar el sector eléctrico como por la llegada de capitales privados interesados en “proyectos verdes”.
Sin embargo, esa apuesta por el uso de energías renovables ha vuelto a la región vulnerable ante condiciones climáticas adversas —como sequías o lluvias torrenciales— poniendo en riesgo el suministro de energía. Por caso, en 2024 la alta dependencia de la energía hidroeléctrica en un contexto de intensas sequías ocasionadas por el fenómeno de El Niño, redujo drásticamente los niveles de los embalses y causó frecuentes racionamientos en países como Honduras, Costa Rica y Panamá.
En términos económicos, las consecuencias fueron significativas. En 2023 y 2024, la sequía redujo la oferta global ingresante al Mercado Eléctrico Regional (MER) y elevó los precios de inyección. “Se registraron los valores más altos en el MER”, reconoció René González, director ejecutivo del Ente Operador Regional (EOR). “El sistema de generación —explicó el funcionario— tiene baja resiliencia ante condiciones climáticas adversas, lo cual hace que la región afronte déficits en estaciones de sequía severas”.
¿Con qué estrategia enfrentar esta vulnerabilidad? Según González, la alternativa pasa por “una integración a gran escala con `energía firme`, accediendo a mercados extra-regionales e incrementando las reservas operativas”.
El concepto de `energía firme` se refiere a la cantidad de energía eléctrica que una planta de generación puede entregar de manera confiable y continua durante un período específico, incluso en condiciones extremas de baja disponibilidad de recursos.
Por ende, la estrategia de integración a la que se refiere González supone un enlazamiento de generadoras sólidamente estructuradas, tanto desde el punto de vista de la fuente de origen como de las inversiones que las sustentan en las fases de producción y transmisión.
ALTOS COSTOS
Honduras presenta la radiografía más clara de los costos que acarrea un sistema eléctrico vulnerable. En el lapso de dos años (2022 a 2024) registró más de 34.500 cortes eléctricos, con un promedio de cuatro horas diarias y casi 14.000 racionamientos sólo en 2024, lo que se tradujo en 115,3 millones kWh no suministrados. Las estimaciones del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP) traducen esta falta de electricidad en pérdidas por US$75,5 millones. Actualmente, la recuperación aún es débil y el país continúa con déficit de 200 MW y cortes frecuentes.
Otro país seriamente afectado por la sequía fue Costa Rica. Allí, las hidroeléctricas redujeron su aporte y pasaron de generar 99% de la oferta eléctrica total en 2023 a sólo 59,7 %, entre julio y diciembre de 2024.
La excesiva dependencia de la fuente hidráulica y la falta de planificación de la generación térmica de respaldo hizo que se implementaran racionamientos a la población costarricense a comienzos de 2024. Se destinaron unos US$82 millones para el alquiler de dos plantas térmicas como compensación, lo que causó un aumento de 15 % en los precios de la electricidad en enero, con el consecuente impacto en la inflación. Las lluvias en mayo trajeron algún alivio y se evitaron cortes mayores.
Desde Costa Rica ya se analizan estrategias de salida a la crisis eléctrica. Según explica Mario Mora, intendente de Energía de la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (ARESEP) de ese país, en el marco del proceso de descarbonización de la economía, la región enfrenta el desafío de facilitar la integración de fuentes renovables con fuentes alternativas de combustibles.
“Las principales oportunidades —sostiene— giran alrededor del aprovechamiento de la innovación y el cambio tecnológico, como medio para promover el ahorro y la eficiencia energética como principios orientadores”, señala Mora.
Ajuicio de Josué Figueroa, subgerente de Ingresos, Regulación y Transacciones de la Empresa Eléctrica de Guatemala (EEGSA), la realidad que enfrenta Centroamérica en materia eléctrica abre retos de muy diversa índole. “En el ámbito regulatorio, muchas políticas energéticas nacionales tienen objetivos bien definidos, pero carecen de incentivos realistas o mecanismos efectivos para alcanzarlos”, señala. “A nivel técnico —agrega—, uno de los principales retos es la falta de inversión en los sistemas de transmisión, lo cual dificulta el equilibrio entre oferta y demanda, generando una dinámica cada vez más compleja que termina afectando al usuario final”.
Figueroa considera que “una matriz energética equilibrada entre energías renovables y no renovables es clave. Esta combinación permite reducir la dependencia, tanto de los precios internacionales de los combustibles como de los efectos del cambio climático, promoviendo una solución sostenible, flexible y técnicamente viable”, afirma.